Pequeña historia con abuela
Para Laura P. Una tarde entre las tardes, en el apartamento de Marisol, Laura enumeraba los resultados del buen cuidado y la solícita atención que le dedica a su abuela Moncha: --Está re bien mi abuela, Marisol, no tiene colesterol, no se resfría porque tiene las defensas altas, puede comer de todo, pero se alimenta sano, todos los días le doy un Actimel, igual, por las dudas… Pero, vos sabés , Marisol, está re bien… Y así, Laura seguía con el catálogo de envidiable salud de su abuela. Marisol, en tanto, en silencio, fumaba seria, perdiendo la mirada en la pantalla de su computadora, donde sumaba puntos para su granja Farm-ville en Facebook, o recogía la cosecha, esta vez, de espigas maíz. Parecía abstraída en esta tarea, y daba la impresión de no escuchar a Laura, que seguía con su lista acerca de los prodigios de la inquebrantable salud de su abuela. De pronto, Marisol giró levemente la cabeza hacia Laura, y la miró fijo un momento, luego arrojó la frase, que se clavó como una flecha