estas ganas de arrojarme a la locura golpean con fuerza, con la contundencia de una maza compacta desprendiendo lo aprendido hasta hoy, desaprendiendo lo que no soy: horarios, convenciones, invalidez, senectud.

hoy soy, gracias al trabajo paciente de la costumbre de vivir, herrumbre a flor de piel, óxido de mirada que alguna vez fue pura e intentó la inocencia de traducir en palabras lo que veía.

pero aún soy corazón andante. con un ancla de plomo atravesándolo y tirando hacia el abismo.

no sé de qué ángel saca fuerzas y a cada día le disputa su porción de luz.
el dilema de la partida no fue resuelto.

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