El lenguaje atraviesa
Conmoción de
nubes
grises y violáceas.
He depuesto mis
armas,
y rendida,
ante tu dulce
atardecer
que pareciera
guardar
el último sol,
el que no quiso
marcharse.
Un día que canta
en el corazón
las inútiles
manos de la memoria
que tratan de
atrapar su voz.
Comentarios